30 mayo 2005

Un maremoto se avecina, pero el agua es clara con fuertes tonos azules y otros más pasteles. Me refugio tras un resfalín y no me pasa nada.
Al rato, un sujeto extraño me dice que debo ponerme una chaqueta larga y gris, que parece ser de alambre. Me obliga a subir en un cilindro donde, supuestamente, me electrocutaré si es que el chaquetón toca la base. Me lo subo un poco y aunque nada me pasa, no puedo caminar porque las suelas de mis zapatos se derriten.
Le digo al tipo que no puedo hacerlo, porque mis zapatos se derritieron.