08 abril 2007

Esposa de un monje budista

Hay gran expectación porque dicen que Claudio Spiniak está parapetado en un motel. Le cuento esta noticia a mi mamá, quien administra uno de estos locales, y de inmediato se da cuenta de que se trata de su lugar de trabajo. Ella se decide a ir, pero a mi me da mucho miedo, ya que el tipo seguramente está armado.

Pasan algunas horas y mi mamá llega ilesa. Efectivamente Spiniak está ahí y es custodiado por un grupo que sigue sus prácticas, las mismas que lo llevaron a la cárcel. La situación es tensa, pero no peligrosa si es que "se le rinde culto" a esta persona. Finjo ser uno de ellos e inicio procesión hasta el motel.

Una vez allá todo cambia. Tengo temor. A la entrada hay dos sujetos armados que no permiten la entrada a un grupo de hombres. Soy la única mujer, pero a diferencia de los demás ingresé sin dificultades.

Dentro del motel está oscuro y predominan las tonalidades violaceas. De pronto veo a una mujer de cabellos largos y rubios paseándose, como buscando algo, y vestida con largas telas rosas y moradas. Ella me elije.

Me llevan hasta un salón donde dice que me casarán. Me recuestan sobre una tabla y toman un alicate. Les suplico que no me hagan daño, que le tengo pánico al dolor. Entonces un sujeto se me acerca y me dice que el monje (cuarto descendiente de Buda) no me quiere lastimar y que me hipnotizará. En eso llega un tipo a quien no le veo la cara, me levanta y se pone tras de mi. Siento un beso mojado en mi cuello y dedos que lo toman. Me voy a trance.

El monje me pregunta si estoy en otra esfera, si abandoné el mundo real... yo le contesto que sí, aunque en realidad sigo conciente, pero un poco mareada. Él desaparece.

Estando ya casada, vuelve la mujer rubia y me pregunta cómo estoy. Le pregunto por mi "esposo" y me dice que no está. Me embargada una enorme sensación de tristeza y comienzo a llorar a gritos... no tengo consuelo... lo único que sé es que lo extraño demasiado.

Salgo a buscarlo, pero no veo a nadie conocido... lloro mucho, hasta que la mujer se compadece de mi y me dice donde está: rezando sobre una colina. Allá voy y me convierto en una estatua.


(PD: Las incongruencias son parte del sueño).