16 mayo 2006

En memoria de Rayita

Hace un par de años murió mi perrita Rayita. La tuve conmigo hasta los doce años de edad y luego -cuando me fui a vivir a casa de mis abuelos- mi tío se la quedó para cuidarla.

Desde entonces, a la Raya sólo la veía muy de vez en cuando, porque nunca me ha sido grato ir de visita a otras casas, y una de las últimas veces que estuve con ella ya estaba muy vieja: apenas veía y olfateaba.

Recuerdo que en esa oportunidad (que era el cupleaños de mi tía), lloré todo el rato junto a la Raya.

Anoche ella volvío a mis sueños y me dio la oportunidad de darle disculpas. Sentí su olor, la textura de su pelo, e incluso me dijo que había perdido sus patitas producto de una enfermedad.

Ahora la Raya está chiquitita y es de color gris y, según dijo, no tiene rencores.
La tomé entre mis brazos y era un cachorrito, igual al que llegó a mi casa cuando mi tía Alicia me la regaló.

Presurosa corrí hasta donde mi papá y le conté que había vuelto. Se la mostré y estaba muy feliz. Mi hermana no pescó mucho, pero lo importante es que la Raya había regresado para darme uuna nueva oportunidad.

Sólo con ese sueño intenté decirle cuánto la quiero y espero haberlo hecho.