03 octubre 2005

A las víboras les gusta la oscuridad

Mi pieza está recién remodelada. Las paredes naranjas y amarillas le dieron más vida, pero inevitablemente trajeron envidias. Mi pieza está llena de serpientes.

Aunque no logro contarlas, diviso -al menos- tres importantes. Me dan una sensación femenina, así que creo que las víboras son mujeres.

Una de ellas arranca antes de alcanzar a hacer algo, pero hay una que ataca con mucha fiereza, queriendo enterrar sus colmillos.

Mi padre se da cuenta de lo que pasa y trata de alejarla de mí. Mi tata también se percata y una serpiente se arroja sobre él, aunque mi abuelito logra esquivarla.

Presurosa voy al lavadero y saco dos cajas de cartón. Pongo una dentro de la otra y se la acerco a mi papá. Él logra meter a la bicha más agresiva dentro de la caja. Yo la cubro con una bolsa negra de basura.

La serpiente tiene mucha fuerza y quiere arrancarse, pero la oscuridad le gusta. Sus ojos brillan y son rojizos. Pongo otra bolsa sobre la serpiente y la llevo arrastrando.

A la entrada del ascensor hay mucha gente. Les digo que llevo una serpiente, pero me dicen que espere mi turno. El ascensor vuelve pronto... tengo que llevar a la culebra a la casa de Valencia, pero no sé porqué.