15 marzo 2006

Todo por una ducha


Salgo a la calle en camisa de dormir. Llevo un pijama azul de satín, sobre mi hombro derecho una toalla de color claro y camino descalza rumbo a un edificio antiguo donde debo ducharme.

En el trayecto me encuentro con "el Huevo", un amigo de la infancia y que no había vuelto a ver... me saluda, me estrecha la mano y me dice que mi hermana se metió por una llave de agua. Intrigada con esta indicación, me acerco hasta una llave y estiro una de mi piernas. Curiosamente mis pierna cabe y entonces la llave se expande y quepo entera. Me deslizo por un tobogán y llego hasta el subterráneo del edificio al cual me dirigía.

Allí abajo todo es de cemento, pero no hace frío. Además, hay diversos cuartos con cortinas negras que sirven para que no se vea cuando uno se baña. Cuando me dispongo a entrar a uno de ellos, escucho la conversación de dos hombres que planean correrme las cortinas cuando esté desnuda. Me molesta tanto su actitud que los increpo y les advierto que si se atreven a hacerlo, se las verán conmigo.

Entro a la pieza y comienzo a correr las telas, pero las recojo tanto que sólo un diminuto espacio queda para poder jabonarme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha rekordado a Alicia en el País de las Maravillas, salvo ke los mirones no aparecían x ningún lado en el kuento de Lewis Carroll.
Kurioso eso de las tuberías elástikas, me gusta.

Smuaks, axuxones y feliz no kumpleaños.